Solo otra historia más
Quién sepa vivir del amor que me enseñe. Entre tanto ruido miro fijamente al papel. El bolígrafo sondea la hoja sin llegar a tocarla, describiendo números y letras, muchas minúsculas letras que no acaban de escribirse. Es una mujer preciosa, tiene el pelo largo y castaño, los ojos grandes y marrones, comunes pero muy tiernos, su sonrisa es la más bonita que yo jamás haya visto, con sus perfectos dientes blancos, sus labios finos y colorados describen una figura perfecta y forman unos pequeños hoyuelos en sus mejillas, oh, sus mejillas, algún día fueron mi pasatiempo favorito, me encantaba ver como se sonrojaba cuando me oía decir lo bonita que es y lo mucho que le favorece ese tono encarnado en el rostro. Nuestra historia fue efímera, pero me entregó las horas mas dulces de mi vida. Ella y yo, juntos en un cuarto de hotel, desnudos sobre una cama, no hace falta que os imaginéis el resto, os lo cuento ahora. Os diré antes que sus pechos son pequeños y turgentes y sensibles,