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Mostrando entradas de febrero, 2015

Caras nuevas, viejos amigos

<< Cada nuevo amigo que ganamos en vida nos perfecciona y enriquece más por lo que de nosotros mismos nos revela, que por lo que de él mismo nos da >> Miguel de Unamuno Se trata de sumar. En la vida, desde niños, durante nuestra juventud e incluso más en la madurez, damos pasos a ciegas intentando esquivar cada bache, grieta o peldaño mal señalizado con que nos topamos. Para evitar caernos precisamos de lazarillos con buena vista que nos guíen y nos sirvan de apoyo para que cuando tropecemos con el bache, caigamos en la grieta o nos trastabillemos con ese jodido peldaño podamos estirar la mano y sujetarnos a un brazo, agarrarnos a una manga o, por qué no, toquemos teta si nuestro lazarillo es una bien dotada mujer y de esta forma mantenernos en pie y no probar el frío e insípido asfalto. Cuando era chiquito mi madre me decía eso de << no hagas caso de desconocidos >> , y ahora que soy un poco menos chico no hago más que juntarme con extraños. Está bie

Desde la autopista con amor

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Otra vez en la carretera, ahora rumbo a la ciudad más bonita del mundo. Esta vez en autobús, donde difícilmente entra el portátil entre los asientos de delante. Sin embargo las cosas hoy se ven mejor, no quiero decir que ayer estuviese pesimista, pero hoy es diferente. Ni una sola nube en el celeste cielo de Santiago, en Vigo me aguarda más de lo mismo, o eso espero. Soy una de esas personas a las que el clima les afecta, y no poco. Os preguntaréis qué hago en Santiago entonces, y ni yo podría dar una respuesta que me convenciese a mi mismo. Clima casi primaveral, perfecto. De hoy espero que sea un buen día o al menos completo, clase suave de 9-13 h. y paseíto hasta la estación de buses dirección sur de Galicia. Más calorcito. Y familia.  Belleza heredada Mi hermana se hace mayor. Aún más. Todo un ejemplo de chiquilla madura, ¿cómo se come esto? Desvergonzada como una joven de 22 años, caprichosa como una niña de cuatro, pero sobre todo madura como la gran madre en la

Santiago-Vigo, Vigo-Santiago

La chaqueta reposada en el regazo, sentado en el tren rumbo a la capital. Así me hallo. Segunda vez que realizo este trayecto en la semana, ¡y aún me quedan! Realmente lo de viajar es lo que menos me preocupa, ir , volver; volver, ir; aunque a mi economía le asusta un poco más, sin embargo, con la beca del señor Wert concedida, todo se mira (o ve -los vigueses tenemos una seria dificultad con esta diferenciación-) de mejor manera. Los números hablan por sí solos, como en el fútbol. Hacía ya tiempo que no escribía una entrada, cosa que intentaré realizar con mayor asiduidad desde ahora, y esta vez motivada por la saciedad con la que observo la asignatura de Comunicación Interpersonal. Alguien acaba de abrir un bocadillo envuelto en papel albal detrás de mí. Sinceramente, tengo un olfato muy bueno. Antes creía que mi vista también lo era, pero fue a peor. Sin embargo el olor por momentos se hace insoportable, repulsivo, a veces cuesta imaginar que se trate de algo comestible. A lo que