Carga negativa
"A veces beber demasiado apenas es suficiente"Todo siempre es menos de lo que queremos. Desde aquel 6 de mayo cuando escribí eso de "Mis fichas no tienen premio" he pasado por ciertos periodos de agonía relacionados, como no, con lo exámenes finales del curso universitario 2014/15. Finalmente, tras largas jornadas de agotador estudio, lectura y relectura de apuntes, copia y pega de definiciones, memorización y olvido de notas y una considerable ingesta de toda clase de bebidas energéticas, logré alcanzar el resultado, al menos satisfactorio, del aprobado. Digo "al menos satisfactorio" porque en los momentos previos a recibir la última y definitiva de las notas, la más dramática de las calificaciones, la mas relevante de las puntuaciones, ese resultado final que en el antes es trágico y en el después impredecible, yo, como es normal, estaba sumido en una pseudo crisis existencial en la que era todo o nada.
Aprobar era un anhelo que en mis fueros internos resultaba imprescindible para continuar con mi a ratos lógica vida, suspender suponía estancarse en la miseria y dejar de lado la cordura para caer en la depresión. Como podéis observar era todo o nada.
Sin duda mi estado de ánimo era sólo circunstancial. Me ha costado 4 meses escribir este texto habiendo aprobado y teniendo mi conciencia tranquila y ahora sé que me habría costado exactamente lo mismo de haber suspendido.
Somos seres simples y a veces insignificantes. Llenamos nuestras vidas de preocupaciones y nos obligamos a sufrir mas allá de lo que nos permite nuestro cuerpo solo para encontrar una chispa que motive nuestros actos y de razón a nuestro dolor, pero es normal, de lo contrario, ¿de qué coño serviría tanto esfuerzo?, ¿para qué madrugar durante tantos meses?, ¿para qué trasnochar?, ¿para qué leer y releer?, ¿no es en el fondo ese sufrimiento el que aporta relevancia al alivio posterior?.
En los estudios, como en la amistad, en la competición, en el amor y en todo aquello en lo que por regla general se pueda fracasar, morder el polvo, sufrir, caer, padecer y a veces incluso vencer, levantar cabeza, gozar o disfrutar, existe un contraste entre lo que consideramos malo y lo que creemos bueno que da valor real al asunto.
El fracaso es el mayor embellecedor de las victorias que existe en la vida. Tenía miedo a suspender, tenía miedo a fracasar, me aterraba la idea de no alcanzar el objetivo, pero bendito sea ese miedo, porque cuando aquel teléfono suene y tú tengas absoluta certeza de que has aprobado o has suspendido, menuda mierda, que aburrido, ni te molestes en verlo. Sin embargo, si te corroe el pánico y te sudan las manos de lo nervioso que estás, corre al espejo mas cercano con ese celular en la mano porque cuando lo desbloquees y descubras el resultado final, sea un aprobado o sea un suspenso, tus ojos estarán llenos de vida, rebosaran calor porque has logrado darle autentica importancia a algo tan insignificante como una calificación, y si has logrado hacer grande lo pequeño, si has logrado crear un todo de la nada, si has logrado inspirar mil penas y sobrepasarlas de un golpe, ¿que no serás capaz de hacer?.
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