En la cresta de la ola
No voy a excusarme si no escribo con continuidad porque simplemente cojo el teclado del ordenador cuando las cosas no funcionan. O simplemente cuando las palabras en este blog me dan la libertad que nos quitan ahí fuera. Nos la quitan nuestros jefes. Nos la quita la política, ¿representando nuestras opiniones? Nos la quitan algunos medios. Incluso nos la quitamos nosotros mismos cuando queremos aparentar ser quien no somos. A veces nos la quitan nuestros amigos o compañeros a los que le hemos cedido nuestra confianza sin opción de rembolso.
No me gusta que no me dejen expresar mi opinión. No me gusta que intenten convencerme con gritos. No me gusta la competencia desleal ni excusarse con lo inexcusable. No me gusta perder el tiempo aunque a veces lo haga. Por eso, no quiero hacerle perder el tiempo a nadie. No me gusta luchar por causas perdidas. No me gusta el refugio en el pasado. No me gusta dejarme llevar. No me gusta este mundo movido por intereses.
Pese a todo eso creo en muchas cosas. Creo en el ser humano y en sus capacidades, aunque muchas veces nos demuestre lo contrario. Creo en lo que está por llegar y en lo que ya ha llegado. Creo en los que están para quedarse. Creo en los cambios de aires. Creo en la amistad no pasajera. Creo en los nuevos comienzos.
No me gusta que no me dejen expresar mi opinión. No me gusta que intenten convencerme con gritos. No me gusta la competencia desleal ni excusarse con lo inexcusable. No me gusta perder el tiempo aunque a veces lo haga. Por eso, no quiero hacerle perder el tiempo a nadie. No me gusta luchar por causas perdidas. No me gusta el refugio en el pasado. No me gusta dejarme llevar. No me gusta este mundo movido por intereses.
Pese a todo eso creo en muchas cosas. Creo en el ser humano y en sus capacidades, aunque muchas veces nos demuestre lo contrario. Creo en lo que está por llegar y en lo que ya ha llegado. Creo en los que están para quedarse. Creo en los cambios de aires. Creo en la amistad no pasajera. Creo en los nuevos comienzos.
Espectacular, Juanito. Sin palabras.
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